Introducción

Tener ideas es una actividad que se siente involuntaria, gracias a las ideas podemos encontrar alternativas para resolver dudas, hay ideas que nos liberan de problemas y hay otras que nos arrastran hacia ellos. Cuando buscamos obtener un beneficio de esta actividad, por ejemplo en tu trabajo o en aquellas profesiones donde la creatividad es una rutina diaria, se vuelve una necesidad clasificar la función, la efectividad o la veracidad de las ideas para quedarnos con las ideas útiles.

Tener una categorización de ideas es una forma que nos ayuda a evaluar y formar un criterio de nuestro mapa mental, una vez que podemos distinguirlas, tomaremos decisiones y acciones. En este artículo pretendo explicar el beneficio que se puede obtener a partir del escrutinio de nuestro imaginario, las ventajas de la depuración y la capacidad de distinguir el grado de calidad de las ideas.


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¿Cómo podemos clasificar las ideas?

Tener ideas no es un acto suficiente para un fin, tener ideas solo es una actividad que nos ayuda a generar representaciones mentales, nos ayuda a desarrollar la imaginación, el imaginario se constituye por una cantidad de ideas enmarcadas por un tema. Más adelante el razonamiento, la percepción, la memoria o la inteligencia marcarán el objetivo de cada una de ellas.

Gracias a la naturaleza del lenguaje, tenemos la capacidad de generar ideas ilimitadas, yo no tengo seguridad de cuántas ideas se me han ocurrido. Llevar un registro significa almacenarlas en un lugar de nuestra memoria, y estoy seguro que nadie lleva un conteo de todas. Tal vez en el futuro desarrollemos un algoritmo que haga ese trabajo por nosotros, mientras tanto, tenemos dos opciones: las generamos –porque sí– o las generamos para un fin. Cuando hemos decidido poner un fin a las ideas, entonces nos veremos obligados a clasificarlas.

Ya existen diversas categorías de ideas, desde mi perspectiva, ha sido la propuesta de clasificación de Locke y Hume, -los máximos representantes del empirismo-, la más sintética y que reduce las percepciones de la mente humana a dos simples clases: impresiones e ideas. Hume llama impresiones a aquellas percepciones humanas que llegan con un alto grado de dureza o violencia, normalmente relacionadas con las emociones, sensaciones, pasiones, etc;  Las impresiones para Hume hacen referencia al conocimiento inmediato o intuitivo donde la experiencia describe su origen pero no termina de explicarlas por completo. Por otra parte las ideas para Hume son copias o representaciones de las impresiones en el pensamiento.

Para Locke, el significado del conocimiento solamente alcanza a las relaciones entre los hechos, – al cómo, no al porqué – y de esta manera clasifica a las ideas en dos categorías: ideas simples e ideas complejas. Las ideas simples son aquellas que proceden de la experiencia, y las complejas son ideas compuestas a partir de la relación entre ideas simples.

Con esta forma general de clasificación podremos entender la utilidad que supone esta práctica y que a continuación pondré en contexto con algunos ejemplos.

Las ideas útiles

Todos en alguna ocasión hemos escuchado de las habilidades deductivas, observación y lógica avanzada de Sherlock Holmes, el personaje ficticio de Sir Arthur Conan Doyle. Una de ellas era la de acceder de manera rápida a las ideas almacenadas en su memoria, esto lo lograba reduciendo y clasificando la cantidad de información que consumía, en un capítulo de sus historias, Holmes reclama a su colega Watson por haber compartido la noticia de que la humanidad había descubierto que la tierra giraba alrededor de sol, Holmes aseguró que intentaría olvidar esa idea porque contenía información que no era relevante para su trabajo.

Esta práctica que Holmes lleva a cabo se le conoce como la teoría del desván. Una forma para organizar, clasificar y depurar ideas de tal manera que aquellas que se almacenen en nuestra memoria supongan una utilidad que defina nuestra labor. – ideas útiles

Es común sentir un efecto de saturación en nuestra mente cuando generamos una cantidad abrumadora de ideas. Los diseñadores por ejemplo, enfrentan procesos que exigen generar ideas o propuestas visuales suficientes para definir un concepto, menos mal que el maestro René Azcuy me enseñó a generar no más de 30 bocetos, en sus palabras –al final chico, tienes que aprender a decidir y formar un criterio

Para desarrollar un criterio de decisión lo siguiente puede funcionar: Imagina que tienes una idea nueva y en tu manos tienes un escáner que te permite crear una imagen 360° de ese pensamiento, con esa vista completa puedes crear una descripción o definición, el siguiente paso será someterla a prueba, lo más fácil es preguntar a la persona junto a tí para validar si lo que ve coincide con las características que has asignado previamente.  Una vez que estás convencido de qué se trata esa idea y cómo funciona le pones una etiqueta y la comprimes –recuerda que no tenemos espacio ilimitado– la pones dentro de una especie de caja para poder almacenarla en nuestra memoria.  Una idea más compleja por ejemplo, puede comprenderse a través de subconjuntos, tendrás que escanear cada elemento, crear subcategorías y repetir la acción hasta reunir todas las partes que explican las ideas individuales. 

Las ideas útiles entonces serán aquellas que nos ayudan a pensar menos, son aquellas que han pasado por un filtro de categorización y validación para poder almacenarlas en nuestra memoria y ayudarnos a cumplir nuestros fines.

ideas útiles
Una idea con 3 niveles de categorización lista para almacenarse en la memoria, útil para un navegante.

Las ideas que están cerca de la verdad

Estoy seguro que las ideas que nos pueden servir con mayor efectividad son aquellas que están más cerca la verdad y que al mismo tiempo se encuentran lejos del imaginario colectivo. Las ideas que coinciden entre las afirmaciones y los hechos tienen un mayor grado de fidelidad.

No todas las ideas han pasado por tal escrutinio. Una cosa es validar una idea y otra es acercarnos a la verdad a través de las ideas. Para este punto confiaremos en la ciencia y otras disciplinas como la lógica, la filosofía o las matemáticas, aquellos sistemas de conocimiento que nos ayudan a acercarnos a la verdad. Es por ello que confiamos en los científicos, en los médicos, en los físicos, en aquellas figuras que tienen una bata de laboratorio y un pizarrón repleto de fórmulas que parecen estar resolviendo un problema.  No tengo idea de cuantos científicos mueren sin comprobar las ideas que tienen, pero estoy seguro que este ejercicio es interminable.

No es necesario estar comprobando la veracidad de las ideas todo el tiempo. –eso creo– No está en nuestro deber comprobar todas las ideas, pero mínimo, si seleccionarlas. Si agrupamos ideas es porque nos estamos convenciendo de una verdad, y para avanzar más rápido, en lugar de analizar cada una, es mejor tomar atajos de verdad.

Los atajos de verdad son ideas utiles que se acercan a la verdad a través de nuestra intuición y por supuesto me refiero al tipo de intuición que tiene un rigor formal o científico. Bajo esta óptica, la probabilidad y estadística se vuelven herramientas que nos ayudarán a apuntar hacia un camino de investigación. Los atajos de verdad son como un faro que amplía nuestro rango de visión, si la verdad está muy lejos, a mayor distancia tendrás menor visibilidad, es por ello que solamente podemos usar atajos de verdad si hemos recorrido más de un 60% de un territorio desconocido.  

Por otra parte, si no tenemos el conocimiento suficiente para comprender los elementos implícitos en las ideas lo más adecuado es acudir a un experto o especialista que nos ayude a tomar atajos de verdad. Sin embargo, es probable que no te sientas satisfecho con la verdad de una persona ajena a ti, aún cuando acudes a un experto es normal que puedas solicitar una o más opiniones de verdad para poder analizar cuál te convence. No es lo mismo sentir de primera mano la comprobación de una idea que vivirla a través de los demás. Afortunadamente el rigor científico será nuestro aliado más cercano para confiar en el criterio de las demás personas,  por ejemplo, si un médico ha podido salvar y recuperar a 97 de 100 personas de alguna grave infección en una población, es altamente probable que este doctor esté más cerca de la verdad sobre las causas que generan esta enfermedad.

Árbol de conocimiento
Sistema del árbol del conocimiento de Gregg Henriques. Muestra los sistemas de conocimiento que están más cerca de la verdad.

Finalmente las ideas útiles que están más cerca de la verdad, son aquellas que ya tienen precedente de investigación, un avance, una ruta confiable que seguir.

Las ideas colectivas y su grado de fortaleza.

Las ideas colectivas están constituidas por el imaginario colectivo. La cultura de masas explica muy bien la composición de este tipo de ideas. Tomemos como ejemplo el programa Family Feud o la versión mexicana más reciente de 100 Cholos dijeron. Este juego representa con exactitud este tipo de ideas, basta con mencionar la primera idea que se nos viene a la mente para identificar que son producto de una colectividad más allá de nuestro propio sistema de ideas, es decir, son ideas que no nos pertenecen aunque estén almacenadas en nuestra memoria.

Lo que sucede cuando usamos el imaginario colectivo es que las ideas automáticamente se convierten en símbolos y se categorizan en una cascada o pirámide de niveles, aquellas ideas que están ubicadas en el primer nivel tienden a ser genéricas, poco originales, repetitivas, pero con un gran poder de alcance. La cantidad de ideas que están en los últimos niveles son las más originales con un alto grado de significación, y pueden ser útiles solo para un grupo reducido de personas.

Explorar las ideas colectivas se convierte más en un juego de legos que en un verdadero proceso creativo, hagamos un ejercicio rápido, la tarea es crear una imagen para representar un evento cultural de música jazz en México. Como primer filtro voy a seleccionar las dos siguientes ideas clave: Jazz y México. Si hacemos una búsqueda rápida de símbolos en nuestra mente, es altamente probable que lleguemos a la siguiente solución:

ideas colectivas
El resultado de esta imagen ha sido creada a través del imaginario colectivo, de original no tiene nada.

Las ideas colectivas son muy fáciles de representar visualmente y no tiene nada de malo usarlas a nuestro favor, cuando desarrollamos la habilidad de distinguir el valor de las ideas colectivas podemos identificar su grado de fortaleza y originalidad. Si tu objetivo es lograr que tus ideas tengan un alcance mayor de personas sin importar el nivel de profundidad, es recomendable quedarse con las ideas convencionales.

Por otra parte, en este tipo de ideas los actores detrás de ellas juegan un papel muy importante y nos pueden ayudar a definir el grado de fortaleza en dos términos: ideas débiles e ideas fuertes. Si tu sistema de ideas está formado por recursos colectivos es muy probable que tus creencias e ideologías puedan navegar con más facilidad en la cultura de masas, en caso contrario, tu ideología pertenecerá a un grupo selecto de personas que pueden procesar ideas complejas y con más profundidad. Las ideas débiles tienen una cadena de significantes muy corta, esto permite que la mayoría de las personas puedan estar de acuerdo con ellas. La ventaja de estas ideas es que se replican y distribuyen fácilmente en muchos grupos sociales, los videos virales por ejemplo son ideas débiles. Por otro lado, las ideas fuertes tienen una mayor cadena de significados, son más complejas y sólo un número reducido de personas podrán concebirlas, estas ideas difícilmente se pueden viralizar, pero tendrán un gran efecto en grupos reducidos o de nicho.

La teoría de redes sociales también nos puede dar una perspectiva de este tipo de ideas, Wassermann y Faust explican la relación entre los actores que comparten ideas fuertes y débiles. 

Las ideas inútiles y las malas ideas

Desde hace siglos se ha explicado el dualismo entre las ideas, la idea del bien y el mal solo son un contrapeso entre sí. Aún aquellas ideas que no seleccionamos y desechamos también cumplieron su función. Las ideas inútiles no han sido inútiles, por absurdas que parezcan, es necesario generar e identificar ese tipo de ideas para saber qué porcentaje de masa ideológica se enfrenta tu objeto de estudio. Lo más práctico que podemos hacer con ellas es contabilizarlas y después de identificarlas, no vale la pena invertir más tiempo en ellas. 

Otra forma de obtener ventaja de las malas ideas, es asignarles un valor de prevención, una etiqueta de color rojo que permita crear una cadena relacional, las ideas que se generen a partir de estas compartirán esa etiqueta general siguiendo un árbol jerárquico.

La parte más difícil de las malas ideas es abandonarlas y segregarlas, para ello recomiendo seguir nuestros instintos territoriales. Así como eres capaz de defender tu hogar y tu espacio personal ante las amenazas externas, es posible defender tu territorio ideológico. En ocasiones las malas ideas intentarán apoderarse de tus territorios mentales, es cuando la duda y la incertidumbre se podrán manipular la capacidad que has creado para formar criterios. Esto se resuelve con una repetición constante, el entrenamiento, el ensayo y error en el proceso de experimentación que te ayudará a crear un sistema inmune contra las malas ideas y fortalecer la toma de decisiones.

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