Introducción
Los seres humanos hemos creado sistemas de conocimiento para dar sentido al mundo. Desde las ciencias exactas y sociales hasta la interpretación de las estrellas en el cielo, cada sistema de conocimiento tiene su propia lógica, metodología y objetivos. Pero lo más interesante es que cada persona, puede ser influenciada por su historia, habilidades, experiencias, educación, instintos, privilegios y otras diferentes causas, para ejercer su libertad de percepción, priorizando o prefiriendo ciertos sistemas sobre otros para encontrar respuestas.
Mientras que algunos confían en sistemas de conocimiento objetivos y racionales como la ciencia, otros encuentran sentido en sistemas subjetivos y cualitativos como la espiritualidad, el arte o la música. Estos sistemas no solo nos ayudan a comprender el mundo, sino que también reflejan quiénes somos y cómo decidimos navegar nuestra realidad.
Sin embargo, estos sistemas no siempre nos brindan la certeza que buscamos. En algunos casos, especialmente en los sistemas más complejos y rigurosos, las respuestas pueden generar aún más preguntas. Estos sistemas, ya sean científicos, espirituales, simbólicos o prácticos, ofrecen diferentes formas de interpretar el mundo y lidiar con lo desconocido. Cada persona encuentra afinidad y confort en aquellos sistemas que, según su comprensión, son los más efectivos para construir su cosmovisión.
¿Cómo elegimos un sistema de conocimiento para explicar el mundo ?, ¿Cuántos sistemas de conocimiento existen? ¿Qué tipo de respuestas esperamos de ellos?
¿Qué pasaría si clasificamos estos sistemas no por sus métodos o disciplinas, sino por las respuestas que ofrecen? En este artículo vamos a explorar una perspectiva más para organizar el conocimiento y entender porqué como individuos gravitamos hacia un sistema u otro.
Tabla de contenidos
¿Qué es un sistema de conocimiento?
Un sistema de conocimiento es, en esencia, un marco que utilizamos para interpretar la vida y resolver preguntas fundamentales. Algunos sistemas buscan verdades universales y objetivas, otros se enfocan en significados personales y más subjetivos.
Los sistemas de conocimiento se han formado a través de nuestra historia humana y con el tiempo se han organizado desde diferentes perspectivas por diferentes autores, filósofos, escuelas de pensamiento, disciplinas académicas, o desde la epistemología (la rama de la filosofía dedicada a entender el conocimiento).
Crear un sistema de conocimiento no es una tarea sencilla ni accesible para cualquiera, es una tarea monumental, prácticamente tienes que ser una especie de genio o capo del conocimiento, ya que requiere una combinación de capacidades intelectuales, recursos, contexto histórico, capacidad de observación, análisis crítico, una intención clara de responder preguntas fundamentales sobre la realidad y mucha habilidad para formular teorías coherentes.
Aristóteles en la filosofía, Newton en la ciencia, Siddhartha en la espiritualidad, existen diversos marcos de referencia y enfoques ya postulados que nos han servido como plataformas estructurales para continuar con el descubrimiento del sentido de nuestras vidas. Pero ¿qué motiva a las personas a obsesionarse por encontrar una explicación de las cosas ?
Yo he encontrado básicamente 3 simples razones: la supervivencia, la curiosidad y la reducción de la incertidumbre, que esencialmente son cualidades intrínsecas de nuestra especie, sin embargo, la última, es un común denominador en la mayoría de sistemas de conocimiento que se enfrentan a mundos desconocidos. La incertidumbre puede ser una de las grandes causas por las que somos motivados a ejercer nuestro máximo razonamiento, la incertidumbre es un motor que por necesidad activa nuestra capacidad de buscar respuestas con verdadera disciplina y rigor.
Estas razones instintivas e intrínsecas del humano nos han conducido a ser más eficientes en la búsqueda del conocimiento, y en consecuencia, surgen los sistemas que organizan nuestro razonamiento, confiamos en ellos para ahorrar energía evitando recurrencias en nuestro aprendizaje, a estas alturas, ya hemos comprendido que el conocimiento y sus marcos de referencia son una excelente herramienta evolutiva.
Por lo tanto, cada sistema de conocimiento existe, en última instancia, para abordar las preguntas que surgen de lo desconocido, por esta razón la mayoría de las personas encontramos confort cuando resolvemos conjeturas que carecen de sentido. Encontrar respuestas puede ser un gran alivio para un alma agitada o para un espíritu atormentado.
Por otra parte, las personas también son un componente esencial de cualquier sistema de conocimiento. Como individuos, somos capaces de crear, validar, difundir, refutar y utilizar ideas y teorías para sostener el entendimiento de nuestra existencia. Somos nosotros los responsables de concebir marcos de ideas a través del razonamiento y de nuestras interpretaciones. Al mismo tiempo, gracias a que somos una especie evolutiva, hemos desarrollado la capacidad de realizar cambios y ampliar nuestro entendimiento cada vez que existen nuevos cuestionamientos. Por lo tanto un sistema de conocimiento estará en constante cambio, siempre y cuando podamos extender nuestros mapas conceptuales.
Un ejemplo de un sistema de conocimiento es la historia. La historia nos brinda información sobre el camino de nuestra vida a través del tiempo. Entender los acontecimientos con datos históricos nos puede ayudar a explorar y comprender cómo y por qué actuamos de ciertas maneras en distintos momentos, proporcionando un marco para interpretar el presente y proyectar posibles futuros. La historia construye narrativas que buscan explicar patrones, motivaciones y consecuencias de las acciones humanas, ayudando a dar sentido al progreso (o retroceso) de las civilizaciones.
¿Qué no es un sistema de conocimiento?
Es común confundir un sistema de conocimiento con algún otro conjunto de ideas que intentan explicar nuestro entorno de manera instintiva, sin embargo, los conceptos claves para distinguir a un sistema de conocimiento son la estructura y organización de las ideas, la formalidad de sus métodos, las herramientas o prácticas para recopilar información, la coherencia de sus teorías y el reconocimiento y validación por un colectivo mayor. Algo que no cumpla con estos criterios no se consideraría un sistema de conocimiento.
La fe por ejemplo, es un concepto que no puede considerarse como un sistema de conocimiento, pero sí puede ser un componente esencial de alguno de ellos como la religión. Si exploramos otro ejemplo, la música si puede ser considerada como un sistema de conocimiento porque en su forma estructurada no solo es una expresión artística, sino también un medio de transmisión de conocimiento cultural, técnico, emocional y estético.
¿Porqué elegimos un sistema de conocimiento sobre otros ?
La prevalencia de un sistema de conocimiento depende de diversos factores, por ejemplo, si tomamos en cuenta el contexto cultural e histórico, en la edad media, la religión era el sistema dominante en Europa, mientras que en la modernidad, la ciencia y tecnología ocupan ese lugar en muchos países.
Otro factor puede ser la accesibilidad, la ciencia por ejemplo requiere de una educación formal y no todas las personas tienen acceso a una educación privilegiada.
Un factor más es la eficacia y eficiencia en los resultados esperados, si un sistema es consistente en aprobar sus teorías y frecuentemente nos entrega resultados válidos, este será más adoptado por la mayoría de las personas.
De cualquier manera también existirá un factor personal, que no implique necesariamente un interés formal, esta dimensión puede asociar la afinidad hacia un sistema sin importar lo arbitrario o subjetivo que sea, este factor nos permite practicar nuestra libertad de pensamiento y soberanía en nuestro sistema de creencias.
La clasificación de los sistemas de conocimiento
Ya existen distintas clasificaciones de los sistemas de conocimiento, Aristóteles por ejemplo, hizo una propuesta donde clasificó el conocimiento en tres categorías: el conocimiento teórico, el conocimiento práctico y el conocimiento poético. Jürgen Habermas propuso otra clasificación donde explica que el conocimiento sigue tres tipos de intereses: el conocimiento técnico, el conocimiento práctico y el conocimiento emancipador. En China y otros países orientales, sus tradiciones orales y prácticas espirituales han dado lugar a pensamientos sistemáticos, culturales y religiosos como el Taoísmo, budismo o el confucianismo.
Lo relevante no es si un sistema es “mejor” que otro, sino cómo estos se adaptan a las necesidades de las personas y forman parte de su cosmovisión.
Los sistemas de conocimiento no pueden ser creados por una “autoridad”, por definición, son construcciones colectivas que emergen de la interacción, validación y transmisión de ideas dentro de una comunidad humana. Si bien pueden originarse en reflexiones individuales, dependen del reconocimiento y aceptación de un grupo más amplio.
Los sistemas de conocimiento surgen del diálogo social, las ideas se enriquecen y se corrigen mediante la interacción con otros y adquieren significado en un marco social compartido, de esta manera la aceptación colectiva otorga su legitimidad.
Una nueva clasificación: sistemas de conocimiento según las respuestas que ofrecen
Si clasificamos los sistemas según las respuestas que ofrecen, entendemos mejor cómo las personas priorizan aquellos que, según su percepción, reducen más eficazmente la incertidumbre.
Aquí te presento una clasificación innovadora, basada en el tipo de respuestas que brindan y las afinidades que generan en las personas:
1. Sistemas de Conocimiento Objetivo
- Respuestas que ofrecen: Explicaciones verificables, universales y replicables sobre el mundo físico o lógico.
- Ejemplos: Ciencia, matemáticas, tecnología.
- Afinidades personales: Personas que valoran la lógica, buscan certezas y tienen una inclinación hacia la evidencia y los datos.
2. Sistemas de Conocimiento Subjetivo
- Respuestas que ofrecen: Comprensión personal basada en la experiencia y la introspección.
- Ejemplos: Espiritualidad, psicología introspectiva, filosofía personal.
- Afinidades personales: Personas reflexivas, intuitivas y orientadas al autoconocimiento.
3. Sistemas de Conocimiento Simbólico
- Respuestas que ofrecen: Sentido y significado a través de símbolos, mitos o narrativas culturales.
- Ejemplos: Astrología, religión organizada, mitologías.
- Afinidades personales: Personas sensibles a los patrones, que encuentran consuelo en narrativas universales o cíclicas.
4. Sistemas de Conocimiento Práctico
- Respuestas que ofrecen: Soluciones funcionales y aplicables a problemas cotidianos.
- Ejemplos: Ingeniería, medicina, conocimientos técnicos.
- Afinidades personales: Personas pragmáticas y orientadas a resultados tangibles.
5. Sistemas de Conocimiento Colectivo
- Respuestas que ofrecen: Explicaciones basadas en acuerdos sociales y construcciones culturales.
- Ejemplos: Derecho, ética, sociología.
- Afinidades personales: Personas con visión comunitaria y orientación hacia la cohesión social.
6. Sistemas de Conocimiento Experiencial
- Respuestas que ofrecen: Lecciones derivadas de la experiencia directa y el aprendizaje empírico.
- Ejemplos: Sabiduría popular, tradiciones orales, prueba y error.
- Afinidades personales: Personas prácticas y abiertas al aprendizaje continuo.
7. Sistemas de Conocimiento Creativo
- Respuestas que ofrecen: Expresiones personales de la realidad, a menudo sin buscar verdades universales.
- Ejemplos: Arte, literatura, música.
- Afinidades personales: Personas expresivas, con inclinaciones estéticas o artísticas.
8. Sistemas de Conocimiento Holístico
- Respuestas que ofrecen: Una visión integrada de múltiples dimensiones (física, emocional, social y espiritual).
- Ejemplos: Ecología profunda, teorías sistémicas, conocimientos indígenas.
- Afinidades personales: Personas con mentalidad abierta, interesadas en comprender el todo.